Un autómata para pilotar la crisis: Scholz, al frente del primer Gobierno paritario en Alemania

Aburrido, pragmático, sin carisma, robótico, son algunos de los calificativos más repetidos para describir al nuevo canciller de Alemania, Olaf Scholz. Con gran talante negociador y obsesionado por la política, según apuntan fuentes más cercanas al socialdemócrata, que ingresó en las filas de su partido con 17 años. La mayoría coincide en que tiene mucho en común con la ya excanciller Angela Merkel, a la que se infravaloró cuando llegó al poder hace 16 años y que ahora se marcha dejando —cuando menos— un profundo respeto entre seguidores y adversarios, dentro y fuera de Alemania.

Scholz inaugura su mandato haciendo historia por encabezar el primer gobierno paritario en la historia de la República Federal de Alemania, con nueve hombres y ocho mujeres, “donde la igualdad no sea algo que se planifica para las próximas décadas”, explicó en su primera conferencia de prensa tras firmar el pacto de coalición. Entre las carteras de peso reservadas a mujeres están Exteriores, Interior o Vivienda, nunca antes en manos femeninas. Casado con Britta Ernst desde 1998, política socialdemócrata que dirige la cartera de Educación en la región de Brandeburgo, comparte con ella la pasión por la política. El periodista Lars Haider, que esta semana saca a la venta en Alemania la primera biografía sobre el nuevo canciller, asegura en conversación con la prensa extranjera de este país: “Quien lo conoce, sabe por qué la equidad es clave para Scholz” y añade: “Siempre habla de su mujer como de una gran política”. Poco se sabe de su vida privada que guarda con inmenso celo. No tiene hijos, pocos hobbies, pero sí —dice Haider— parece “estar felizmente casado” y su mujer se cuenta entre sus principales asesores.

El líder socialdemócrata, que siempre se ha caracterizado por evitar los focos, encabeza ahora el primer tripartito en la historia de Alemania, un gobierno formado por socialdemócratas, ecologistas y liberales, que promete no estar exento de conflictos. Casi se podría hablar de una revolución en un país tan conservador en su esencia como es Alemania.

Pese a todas las similitudes con su antecesora, “Scholz no se limitará a reaccionar, como Merkel, sino que actuará”, para sacar adelante lo pactado en el contrato de gobierno, apunta Haider. “Scholz siempre está interesado en buscar soluciones”, añade sobre este hombre que tendrá que hacer valer todo su talento mediador a la hora de compensar tendencias ideológicas dentro del nuevo ejecutivo. Pero estos tres partidos, enemigos en el pasado, son los primeros interesados en “no perderse en pleitos y en que esta coalición no se rompa antes de los cuatro años”, explica Bernd Pickert, jefe de Internacional del diario de izquierdas ‘taz’ a El Confidencial.

Experiencia frente a la incertidumbre

No cabe duda de que, a sus 63 años, Olaf Scholz toma el testigo de la primera economía de Europa con bastante más experiencia política a sus espaldas que el resto de su gabinete. El político socialdemócrata ha sido dos veces ministro (de Trabajo y de Finanzas), alcalde de Hamburgo y vicecanciller de la última gran coalición. Ha trabajado bien con Merkel, repite una y otra vez. De hecho, una de sus bazas durante la campaña electoral fue apropiarse del típico gesto de Merkel, el “rombo” que hace ella con las manos cuando está de pie (porque no sabe qué hacer con ellas, como confesó en alguna ocasión). Scholz se dejó fotografiar en esta pose en una entrevista con el ‘Süddeutsche Zeitung’, para dejar claro que con él habría continuidad, que el mundo podría seguir confiando en Alemania. Eso le valió más de una crítica, incluso por parte de la propia Merkel, pero el mensaje caló y Olaf Scholz consiguió resucitar al partido y colocarlo primero con casi un 26% de los votos en las elecciones de septiembre. “Si alguien me hubiera dicho hace medio año que el SPD iba a ganar las elecciones, no me lo creo. Es un milagro”, apunta Maria Befeldt, politóloga y conocedora del SPD, en conversación con El Confidencial.

Muchos a los que ha preguntado esta periodista confiesan que votaron al SPD como el “mal menor” cuando los restantes candidatos pincharon durante la campaña electoral. Pero para no menos observadores, el primer voto de confianza se lo ha ganado ya Olaf Scholz durante los últimos dos meses. ¿Cómo es posible que no trascendiera nada de lo que negociaron 22 grupos de trabajo a la prensa? Todo lo contrario que hace cuatro años, cuando fracasaron esas primeras negociaciones para un tripartito liderado por Merkel. Continuamente se filtraron entonces informaciones a la prensa que enrarecieron el ambiente y llevaron al líder de los liberales a abandonar finalmente la mesa de negociación con un: “Es mejor no gobernar que gobernar mal”.

La génesis de este tripartito bautizado como ‘semáforo’ (por los colores de sus tres partidos), se ha basado en la confianza mutua y se ha llevado a cabo de manera “muy profesional, con tres partidos que tienen una carga ideológica muy distinta”, explica la que fuera asesora del SPD, Befeldt. “Scholz está creciendo en su rol”. El jefe de los liberales y nuevo ministro de Finanzas, Christian Lindner, lo describía así el pasado 24 de noviembre, cuando las tres formaciones políticas presentaron su pacto de coalición: “Hemos vivido a Olaf Scholz como un verdadero líder durante las negociaciones”, para concluir que “será un canciller fuerte para la República Federal Alemana”. La experiencia será su gran baza. Empezando por el propio Lindner, que carece de experiencia en un ejecutivo, pero que estará a cargo de la cartera más importante del país, Finanzas. Para el conocedor de Scholz, Lars Haider, el nuevo canciller “asumirá el papel de papá asesor”, de “mediador”. Nuevamente siguiendo la estela de Merkel, será “el padre de la nación”. También Bernd Pickert, del ‘taz’, ve “una nueva generación de políticos en Alemania, dispuestos a buscar compromisos”. Se acabó la era de las amplias mayorías en Alemania. Scholz en su calidad de mediador, llegó en el momento adecuado, cuando Merkel abandonó el escenario y los electores buscaban un líder que se le pareciera: perfil bajo, competencia y credibilidad.

Sobre el estilo del abogado especialista en derecho laboral se han explayado muchos. Como la “encarnación del aburrimiento” lo describió el Spiegel. El primer ministro bávaro Markus Söder, que no anda con guantes de seda con sus oponentes, habló de su “sonrisa de pitufo” en las maratonianas reuniones entre gobierno central y regiones durante el invierno pasado. Pero en opinión de Maria Befeldt, en la práctica Scholz “ha mostrado capacidad de liderazgo y toma de decisiones a la hora de mover grandes sumas de dinero”. Y es que como ministro de Finanzas no dudó en romper con la ortodoxia presupuestaria y contraer nueva deuda en 2020 para afrontar los gastos de la pandemia. “Todo es caro, pero no hacer nada sería aun más caro”, dijo Scholz en los peores momentos de la pandemia.

¿Podrá capear el covid y poner en marcha el programa?

La cuarta ola y la cada vez más probable implementación de la vacunación obligatoria de forma gradual en Alemania dominarán sus primeros meses de mandato. Pero no son pocos los que esperan de él una política más resolutiva que la de su antecesora. Siegfried Russwurm, presidente de la Confederación de la industria alemana (BDI), decía recientemente en una ronda con corresponsales extranjeros: “Entiende los argumentos de la industria y sabe que somos un país industrial y exportador”. Apuntó que espera innovación de este gobierno. También para la politóloga Befeldt “se vienen tiempos emocionantes después de 16 años de Merkel, en el tono y en el discurso”. Para ella el SPD se caracteriza por ser “un partido ágil en sus discusiones, donde el discurso está vivo frente al “alternativlos” (no hay alternativa) de Merkel.” Cree que se han aparcado reformas durante muchos años, pero Scholz “va a ser más proactivo a la hora de tomar decisiones”.

Siempre y cuando le deje el ala más izquierdista de su partido y sus dos socios de coalición. Además de los palos que puedan venir de ahí, “es un tiempo de transición difícil para cualquier gobierno, pero este llega en plena crisis, que tiene que refinanciar todo lo que gastó (en tiempo de pandemia)”, apunta el periodsita Pickert. A eso se suman los retos internacionales, empezando por Ucrania. La presión sobre Alemania de cancelar el gasoducto ruso Nordstream 2 aumenta a medida que Rusia moviliza tropas en la frontera.

Pero si hay una palabra que Scholz ha repetido de manera incansable es la de la “continuidad” de su gobierno en lo que respecta al eje transatlántico, al compromiso con la Unión Europa y con la OTAN. Su primer viaje al extranjero será a París, como es tradición para un canciller electo, y de ahí a Bruselas. Nada de experimentos, al principio. Lo dejó claro cuando fue preguntado en numerosas ocasiones si se sumará al boicot diplomático contra China que lidera Estados Unidos. “Observará y mantendrá un perfil bajo al principio”, valora Maria Befeldt. Habrá que ver por cuánto tiempo, teniendo en cuenta que los Verdes, responsables de la cartera de exteriores, han prometido una política más audaz con respecto a China.

En ese sentido, es muy probable que Annalena Baerbock, la nueva ministra de Exteriores, tenga dificultades para contar con margen de maniobra. Si durante la era Merkel las directrices en política exterior se trazaron en la cancillería, es muy probable que también aquí haya continuismo. Aunque la ecologista haya asegurado que hará una política “basada en valores”, con libertad para criticar a China o a Rusia. “Antes de que pueda definir su propia agenda, la agenda se le echará encima”, aventura el politólogo Pickert.

Comienza una nueva era en Alemania. Una alejada de histrionismos, como en la era Merkel, pero “quizás más divertida en la cancillería”, se atrevía a pronosticar el biógrafo de Scholz, aludiendo a los nuevos protagonistas de este gobierno. Aunque poco tenga en común con el anterior canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder. Recordemos que no dejó entrar a Angela Merkel por la puerta principal en 2005, sino que la obligó a entrar por una lateral, mascando aún la derrota en las urnas. Nadie espera que Merkel repita este gesto con su vicecanciller y sucesor, Olaf Scholz, cuando lo reciba este miércoles en la cancillería