Nadal: “¿Si ya soy el mejor? Sinceramente, no me importa”

El día después de igualar los 20 grandes de Federer y hollar la cima del tenis con su 13º título de Roland Garros, el español reflexiona sobre las dificultades de su éxito.

El día después de reescribir la historia y alcanzar la cima de su deporte, Rafael Nadal (Manacor, 34 años) atiende a través de una videoconferencia a los cuatro medios españoles que le han acompañado durante más de dos semanas en París, entre ellos EL PAÍS. “Estamos asándonos en el coche…”, dice el campeón en un instante de la charla, de camino ya al aeropuerto a media mañana. Pese a las circunstancias, el mallorquín ha podido hacerse antes la foto de rigor, con la Copa de los Mosqueteros entre los brazos, en lo alto de las Galeries Lafayette. El hito lo merece: suma 13 Roland Garros, 20 grandes y sigue creciendo la leyenda. Condiciones y adversidad, el temor a no triunfar. “Cada año que vengo aquí pienso que puede ser un año en el que tal vez no pueda conseguirlo, pero llego siempre con esa ilusión, sabiendo que lo lógico es no hacerlo. Aunque lo lógico sea pensar que voy a conseguirlo por todas las veces que he ganado aquí, lo normal es no ganar, y eso lo tengo muy presente. Lo dije desde el primer día: teniendo en cuenta las condiciones, este era el Roland Garros más adverso, y aparte de eso hay que tener en cuenta también que la preparación en los seis últimos meses había sido prácticamente nula a nivel de torneos, no de entrenamientos”.

El impacto anímico de una situación extraordinaria. “No estoy triste, pero sí un poco más apagado de lo habitual, pero yo creo que es una tónica general en todo el mundo, ¿no? Estamos en un momento triste porque no puedes compartir momentos con las personas que quieres y la situación es más desagradable de lo que estamos acostumbrados, y uno no puede abstraerse de lo que ocurre en el mundo. En España también estamos en una situación complicada. Uno sufre por todo lo que está ocurriendo porque, al final, es algo inaudito en nuestras vidas. En el pasado hubo otras pandemias, pero en la historia reciente no lo habíamos vivido y es triste y preocupante. Dentro de lo que cabe, cuando yo he tenido que estar alegre, concentrado y con la actitud adecuada durante estos días, lo he estado. Esto es de lo que estoy más satisfecho”.

Entrenarse sin un horizonte claro. “Ha sido un periodo complicado, porque al final estás conviviendo con problemas constantes a nivel social, y a nivel personal he pasado unos meses malos porque mi cuerpo, después del confinamiento, no ha respondido de la mejor manera posible. He pasado muchas semanas entrenándome muy poquito y las sensaciones corporales han sido muchas veces desagradables a la hora de entrenar. Todo eso, unido al trabajar sin tener unos objetivos claros, hace que se agrave el problema; por suerte, he tenido a las personas adecuadas a mi lado, que me apretaban cuando me tenían que apretar y que también me han dejado libertad para disfrutar de otras cosas cuando realmente lo necesitaba”.

El bunker mental, inalterable. “Todos pasamos por momentos mejores y peores, por etapas de ilusión y desilusión, sobre todo cuando hemos tenido más problemas físicos de la cuenta. Pero he tenido la suerte de tener una familia y un equipo fantásticos que me han respaldado durante toda mi carrera; a eso le ayuda el tener una personalidad estable. Trato de no estar muy sobreexcitado cuando las cosas van muy bien ni soy especialmente negativo cuando van mal. Esto me ayuda a hacer las cosas con más tranquilidad y me da la oportunidad de seguir adelante. De todos modos, al final todo se resume en tener pasión por lo que uno hace”.

Disyuntivas y decisiones. “He tenido que tomar decisiones difíciles, como ir o no a Nueva York. Todo está bien o todo está mal en función del resultado final, y ahora parece que al haber ganado Roland Garros todo se ha hecho bien, pero si no lo hubiera ganado quizá no se hubiera hecho tan bien… Esta es la realidad del deporte, que termina siendo algo totalmente resultadista. Todas las decisiones se han tomado de forma consensuada y, más allá del resultado, yo estoy satisfecho con lo que hemos hecho”.

La exhibición estratégica contra Djokovic. “Mi último partido en tierra contra él había sido en el Masters 1000 de Roma [el año pasado, en la final]. Recuerdo que entonces yo venía de una época no muy buena y, aparte de que gané, aquel día jugué muy bien, así que tomé la referencia de ese partido y salí con una idea clara de lo que quería hacer; eso sí, lo complicado es ponerlo en práctica. Por suerte, ayer [por el domingo] pudimos hacerlo y mi sensación tenística fue realmente muy buena. He ido dando pasos adelante cada día e hice el partido casi perfecto cuando lo tenía que hacer”.